El jueves me desperté con la siguiente noticia: “Tijeretazo a los horarios de las Cruces de Mayo que frena a los hosteleros a sumarse a la fiesta. El Ayuntamiento les obliga a interrumpir la música de tres y media a seis de la tarde y a cortarla por completo a las doce y media de la noche”. ¡Qué barbaridad!, pensé.

Considero que ningún oriundo de esta ciudad trimilenaria podrá discutir que la segunda fiesta más relevante de la portuaria, después de la Semana Santa, son por derecho propio nuestras Cruces de Mayo, por lo menos en lo que se refiere al fervor popular despertado, a la participación de los hosteleros, a la riqueza real generada y al empleo que se crea para la ocasión. Y, por eso mismo, no podemos quedarnos de brazos cruzados.

Es cierto que, a día de hoy, todo lo que se ha logrado para estas fiestas, ha sido gracias a la iniciativa de las Cofradías, a la de las asociaciones, a la de los hosteleros y a la participación del pueblo de Cartagena. Y todo ello, sin contar con una declaración de interés turístico, ni con una federación propia que defienda sus intereses, ni tampoco con una junta directiva o uno equipo de trabajo que coordine, junto con el Ayuntamiento de Cartagena, todos los actos a realizar.

Sin embargo, creo que ha llegado el momento de hacer un cambio. Se hace necesario organizar óptimamente estas fiestas, y no me refiero al tijeretazo o la manga ancha, sino a buscar un cierto orden para que consigamos ser una ciudad turística y unida con propósito de reinventarse, y no el desordenado y malogrado ejército del amigo Pancho Villa que ahora parecemos. HOSTECAR va por su lado, las Cofradías por el suyo, los restauradores hacen lo que pueden y les dejan, las asociaciones folclóricas y flamencas más de lo mismo y el Ayuntamiento despeja balones de cara a las elecciones municipales para contentar a todas las partes (vecinos incluidos).

No podemos seguir así. Necesitamos fundar una Federación o entidad similar para el fomento y la defensa de las Cruces de Mayo, al igual que sucede con El Carnaval o los Cartagineses y Romanos, para dotar a estas fiestas de una partida presupuestaria pública que cuente con el beneplácito logístico y económico de la Administración Local, al igual que crear cuotas de socios que ayuden al mantenimiento de las mismas.

Sólo de esta manera conseguiremos que no se tengan que ver reducidos los horarios de las fiestas, que los comerciantes cuenten con el apoyo necesario para que puedan cortar las calles con alegría y sacar las planchas y barras al exterior, como sucede en las Fallas, en la Feria de Málaga o en el Bando de la Huerta o que las cruces sirvan de atracción turística para la ciudad. Quizás así, también evitemos que titulares como éste vuelvan a repetirse.