Utilizase la expresión “de aquellos barros, estos lodos” para hacer referencia a las consecuencias –casi siempre desastrosas- de actuaciones previas más desastrosas si cabe que anteceden a las mismas. En términos generales, es lo que está ocurriendo de unos años a esta parte en España, donde la corrupción se ha convertido en la verdadera seña identitaria, para desgracia de sus ciudadanos.
No podían salirnos gratis tantos años de crecimiento salvaje inmobiliario, no podía durar mucho esa España cutre de ‘nuevos ricos’ que presumía de Mercedes y de chalé en la playa; esa España que metía en el préstamo de la casa un viaje a Punta Cana y que cobraba en ‘b’ tanto o más que cotizaba.
Una España que ahora nos avergüenza y nos sonroja, donde no cabe un mangante y un trincón más, donde un ex presidente de comunidad autónoma duerme en la cárcel por pagarse las putas con el dinero de sus ciudadanos, donde los miembros del Consejo de Administración de la extinta Cajamadrid han rebasado la barrera de la obscenidad, tomándonos por tontos, además; una España que se ha permitido el lujo de dispendios como el Aeropuerto de Castellón –el ‘aeropuerto del abuelo’-, el de Ciudad Real, Corvera. Es la España de la ‘Ciudad del Medio Ambiente’ de Soria -50.000 millones de euros en hormigón, 50.000 millones abandonados a su suerte en un secarral de la citada provincia; de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Calatrava, que se cae a pedazos; es la España de la Gürtel, de Blesa, de Arturo Fernández, de Urdangarín, de los Pujol… de Bárcenas, de los Ere de Andalucía…
Pero no nos engañemos, es la España que han querido sus ciudadanos, cómplices activos con sus continuos y mayoritarios respaldos electorales, con sus espontáneas manifestaciones en las puertas de la cárcel cuando uno de sus alcaldes entraba en prisión. Esa ciudadanía cínica que ahora se da golpes de pecho, esos ciudadanos hechos a imagen y semejanza de sus políticos, en suma, una sociedad pasiva que ahora se lamenta, que quiere despertar y que parece va a reaccionar bruscamente en las urnas. Lo va a tener fácil el líder de ‘Podemos’… decían los franceses ‘laissez faire, laissez passer’. No va a tener que hacer mucha campaña Pablo Iglesias. Se la están haciendo a diario, sólo hay que poner el telediario, con ese carrusel de imputaciones y desvergüenzas que hastían y desesperan a un pueblo que parece que se ha terminado por dar cuenta que, en cierto modo, ha sido cómplice de esta cadena de golferío y que está dispuesto a terminar, de una vez por todas, con esa actitud condescendiente. Se debe castigar, debe actuar la Justicia. No debemos tolerar ni respaldar ningún comportamiento de este tipo.
Hemos pasado del boom de la construcción, al boom de la corrupción. ‘De aquellos barros…’