El bullying es un fenómeno en aumento –según datos de Aldeas Infantiles “uno de cada diez niños afirma ir con miedo a clase ante la posibilidad de sufrir acoso escolar”–, con consecuencias tan graves como el suicidio de niños y adolescentes, y que daña irremediablemente la autoestima de las víctimas hasta el punto de que muchas continúan sufriendo sus secuelas en la edad adulta. María Zabay, licenciada en Derecho y profesional de la comunicación, y Antonio Casado, economista y abogado penalista especializado en bullying, acaban de publicar ‘Todos contra el bullying (claves para detectar, evitar y solucionar el acoso escolar)‘ (Alienta Editorial), que los autores definen como un manual muy didáctico destinado a padres y profesores, pero también a los menores afectados, y que resulta “imprescindible” para erradicar esta lacra de nuestra sociedad, según afirma uno de los expertos en el tema que lo ha leído, el juez Emilio Calatayud. María y Antonio nos explican por qué ahora este tipo de acoso es más grave que nunca, y cómo debemos actuar para identificar a acosadores y acosados, y eliminar este tipo de maltrato.
El objetivo de vuestro libro, como su nombre indica, es detectar, evitar y solucionar el acoso escolar pero, ¿a quién va dirigido? ¿A padres, profesores, alumnos, víctimas, verdugos, sociedad en general, políticos…?
María. El libro es muy completo, porque se ha elaborado en conjunto con un equipo de especialistas preparados para dar respuestas sobre el tema: fiscalía y judicatura de menores, guardia civil y policía nacional, psicólogos, psiquiatras, jueces de paz, maestros, víctimas, padres de víctimas… Tiene dos partes muy diferenciadas; una muy motivadora dirigida a los niños, para enseñarles que hay una salida y cómo frenar ese acoso si eres víctima, qué hacer si eres amigo o compañero de la víctima, cómo se puede parar. Y otra parte centrada en padres y profesores o tutores, en aquellos que se dedican a la educación y el cuidado, para que sepan cuándo tienen que prestar atención, y les deben saltar las alarmas porque hay algo llamativo, y qué pasos deben seguir para poder frenar el acoso escolar que ya está teniendo lugar, o para evitarlo, porque no hemos querido dejar ninguna laguna y también explicamos cómo prevenirlo o detectarlo precozmente.
Antonio. Hay un problema en España, y es que la educación está cedida a las comunidades autónomas y cada comunidad tiene un protocolo escolar concreto. Lo único que tiene carácter estatal es el plan de convivencia, que después cada colegio tendrá que ir regulando. Y el propio inspector Alejandro Cruz, especialista del grupo de menores de la policía nacional, reclama que haya una ley estatal a la que ceñirse, porque no hay un protocolo como tal que te dé esas claves para detectar y solucionar el acoso escolar. De hecho, fíjate la diferencia que hay entre comunidades autónomas, que unas tienen mucho más acoso escolar que otras.
Y tampoco hay un consenso para decidir, por ejemplo, si funciona mejor el modelo finlandés y lo probamos en España, o si alguna comunidad autónoma lo está haciendo de una forma que convendría extender a otras porque parece que funciona. Por ello, si se hace una crítica también va dirigida, no de forma concreta, pero sí de forma circunstancial, a los políticos, a los que hay que decirles que sí se puede evitar el acoso escolar o, al menos, reducirlo bastante, pero no se está legislando como se debería, pese a que hay ciertas promesas sobre este tema.
María. La educación es un asunto de Estado y se tiene que tratar como tal, y que haya tantos protocolos como comunidades autónomas es un despropósito. Se habla de un acuerdo de mínimos, que se pide desde el propio sistema educativo. Los profesores están muy implicados, y así nos lo han demostrado todos aquellos con los que hemos contactado. Toman medidas e iniciativas que te sorprenden por su eficacia y lo bien pensadas que están pero, al final, es un asunto de estado, y ese pacto de mínimos no es posible si no hay un consenso de todas las fuerzas políticas, que tienen que tomar conciencia de lo que es el acoso escolar, poner una normativa acorde con su gravedad y dar unas pautas uniformes para todos.
En España, Murcia se sitúa a la cabeza en el número de casos de bullying –un 11%–, seguida de Andalucía, Melilla y Baleares. ¿Hay costumbres o características ambientales o culturales, que favorezcan la aparición de las situaciones de acoso?
Antonio. No conocemos ningún estudio concreto sobre este tema, pero yo me he hecho esa pregunta muchas veces. ¿Por qué en Murcia hay un 11% y en La Rioja un 3%? Sinceramente, no lo sé, pero Murcia encabeza el absentismo y el fracaso escolar en España, es una de las comunidades autónomas más pobres –creo que es la tercera más pobre–, y seguramente estos factores influyan. Esas variables: absentismo, fracaso escolar, bajo nivel de alfabetización, pobreza…, yo creo que hacen que también aumente la violencia, el nerviosismo en la familia y, por lo tanto, que haya más acoso escolar. Aunque no tengo datos para contrastarlo
Se necesita un consenso de todas las fuerzas políticas, que tienen que tomar conciencia del acoso escolar, poner una normativa acorde con su gravedad y dar pautas uniformes para todos
Hace un par de años se publicó que Molina de Segura era el municipio de España con mayor consumo de cocaína. Y de este pueblo a Aljucer –que es donde se suicidó Lucía a causa del acoso escolar– hay 20 kilómetros. El delito estrella en derecho penal es el tráfico de drogas (Cartagena es un punto de entrada de la droga como ocurría también en Galicia), y los hijos de los padres que están en la cárcel que van al colegio pertenecen a familias desestructuradas, y se genera violencia con la mera intimidación: “como salga mi padre, tu familia…”, porque ese chico de 13, 14 o 15 años hace imponer su voluntad porque su padre está en la cárcel, algo que para él es un punto fuerte para intimidar al resto.
Así que Murcia es líder en consumo de cocaína, abierta al mar, más cerca de Argelia que de Barcelona… Y el fenómeno de la inmigración está afectando muchísimo, porque hay muchos niños que proceden de esos colectivos que también son víctimas de bullying por ser diferentes, y eso hace que suba la estadística. La sociedad sin valores que se está creando produce más casos de acoso escolar.
María. Estoy totalmente de acuerdo, porque al final la clave está en la educación del niño, tanto en la familia como en el colegio, y si pertenece a una familia desestructurada, o que no se preocupa de la educación e incluso si falta a clase no le dicen nada, está creciendo asilvestrado, y de ahí en adelante puede pasar de todo. La formación y los valores que se le inculcan al niño, tanto en el ámbito familiar como en el escolar, son fundamentales, porque si tiene unos valores sólidos en casa y recibe cariño y atención, y en el colegio tiene amigos y una buena educación, ni va a acosar, ni va a ser acosado.
Independientemente de las medidas legales que se puedan adoptar para impedir que el acoso continúe, ¿pueden los centros escolares establecer una serie de normas de conducta de obligado cumplimiento que frenen esta conducta de inmediato?
Antonio. Sí pueden, incluso desde los seis años se están aplicando protocolos, y en el libro se cuenta el caso de una madre que vino escandalizada contando que a su hijo con seis años le habían aplicado el protocolo de acoso escolar, lo habían cambiado, y lo querían expulsar. Lo que sucede es que aunque se puede aplicar en cualquier momento los colegios no cuentan con el respaldo de jueces y tribunales si el acosador tiene menos de 14 años. De los 14 a los 18 años interviene la fiscalía de menores, pero en niños más pequeños se encarga la inspección de Educación, la comunidad, la consejería competente…, y entre ellos arreglan el problema como pueden y con la normativa que tienen.
El niño que recibe atención, cariño, y unos valores sólidos en casa, y tiene amigos en el colegio, ni va a acosar, ni va a ser acosado
María. Además, expulsar a un niño de seis años es un auténtico despropósito, porque cuando un pequeño de esa edad está cometiendo acoso escolar pueden pasar dos cosas; una –muy infrecuente– es que ese niño tenga un carácter sociópata y haya nacido malo por definición. Esto es algo que nos cuesta creer porque casi todos los niños son buenos porque naces virgen y absolutamente flexible a todo, eres inocencia andando…, pero hay un porcentaje muy reducido de niños que han nacido psicópatas o sociópatas, y que carecen de empatía para el sufrimiento ajeno.
Al margen de esos casos aislados, expulsar a un niño de seis años o cambiarle de clase no es la solución y no va a cambiar nada. Si está acosando a otro, muestra crueldad, o no muestra empatía…, hay que hablar con él y comprobar qué le pasa, porque algo ocurre en su entorno personal o escolar que está provocando que quiera llamar la atención y necesite posicionarse encima de los demás, ser el líder. Primero hay que hablar con él para ver cómo se puede solucionar su problema, cómo se le puede hacer sentir bien para que deje de ser acosador.
En Finlandia, por ejemplo, en la mayoría de los colegios se ha implantado un método denominado Kiva, que ha resultado muy eficaz para prevenir la violencia dentro y fuera del colegio, y que se centra en enseñar empatía a los posibles testigos para que no rían las gracias del acosador y denuncien el acoso de manera anónima. ¿Creéis que este sistema funcionaría en España?
Antonio. En el libro también hablamos del método Kiva, que consiste en potenciar la figura del testigo cómplice, porque el graciosillo de turno solo puede actuar como tal si tiene a un grupo que le ría las gracias. Este método finlandés pretende darle la vuelta a la situación y condicionar, obligar o sugerir, que el testigo que presencia todo denuncie la acción, pase de ser un chivato a informar al profesor sobre lo que está ocurriendo.
Si un niño de seis años acosa hay que averiguar qué le pasa, porque algo en su entorno personal o escolar está provocando que quiera llamar la atención
Nosotros añadimos un consejo ofrecido por una maestra de escuela que se llama Ángeles y trabaja en un colegio con niños con necesidades especiales, y que pretende empoderar al agresor y convertir sus debilidades en fortalezas. No fijarnos tanto en la figura de la víctima, sino corregir directamente a los agresores –porque son menos y es más fácil–, ya sea con diversificación, estudiando sus debilidades, dándoles una charla, obligándoles a que se comporten de otra forma, a que esa fuerza la manifiesten de otra manera, convenciéndoles de que pueden ser unos grandes líderes con su fuerza y su actitud.
Una educación en valores que ayude al niño a desarrollar la empatía desde pequeño ayuda a prevenir el bullying.
María. Frente a un caso de bullying hay que hacer dos cosas en paralelo. Por un lado, hablar con el niño acosador y entender qué le está ocurriendo, porque para frenarlo primero necesitas comprender por qué quiere llamar la atención así. Y es muy efectivo –y así nos lo han dicho, jueces, fiscalía de menores, psiquiatras, psicólogos…– hacer que pida perdón y sienta que se tiene que arrepentir de lo que ha hecho delante de todos, porque eso ya le produce una vergüenza que no va a querer volver a pasar. Y es conveniente que realice alguna acción social que le permita concienciarse de lo que ha hecho y aprender que si comete un acto malo tendrá consecuencias. Pero un castigo estudiado, y obligarle al arrepentimiento público le frena en casi la totalidad de los casos.
El método Kiva consiste en potenciar la figura del testigo cómplice, porque el graciosillo de turno solo puede actuar como tal si tiene a un grupo que le ría las gracias
Al mismo tiempo, hay que atajar el problema con el acosado, que necesita sentir que es valioso. Explicarle que es maravilloso y resaltar sus virtudes, buscarle un nuevo círculo de amistades en actividades que le puedan atraer y donde pueda compartir sus intereses. Y si tiene una pasión o un sueño, enseñarle que si tú trabajas para los sueños tienes posibilidades de que se cumplan, como le ha ocurrido a grandes personajes que mencionamos en el libro que ahora son estrellas, pero también fueron acosados y lo pasaron fatal.
Antonio. Otro método que está utilizando la fiscalía de menores se basa en no judicializar los asuntos de acoso escolar en la escala de los 14 a los 18 años. Pretenden que el agresor pida perdón a la víctima también en el juzgado, porque cuando te pones delante de un fiscal, un juez, un orientador, un psicólogo, los abogados de ambas partes…, la víctima empieza a crecer y el agresor empieza a encoger. Obligan a pedir perdón con una explicación de la conducta, y la fiscalía de menores ha comprobado que casi no hay reincidencia.
Eso no está previsto en ningún protocolo de abuso, porque siguen el sistema tradicional de siempre, el de castigo: te cambio de clase, te expulso dos días, te sanciono. Y esto para el acosador puede resultar hasta un premio, porque así se pasa unos días en su casa de vacaciones. El juez Calatayud –y no es el único que lo hace– está imponiendo medidas socioeducativas en estos casos, y a muchos menores les condena a sacarse la ESO. De lo que se trata es de que modifiquen la conducta.
Las redes sociales amplifican y agravan el acoso escolar
Hablando del bullying con personas adultas reconocen que también sufrieron acoso en el colegio o en otros ámbitos en su infancia o adolescencia, pero que o bien la situación no era tan grave, o al menos ellos no la percibieron como tal. ¿Por qué creéis que ahora las víctimas lo pasan peor, hasta el punto de llegar a suicidarse? ¿Son más crueles y persistentes los acosadores, más débiles los afectados, o menos eficaz la respuesta del entorno?
María. Quiero matizar que el hecho de que puntualmente un día, o una semana, un compañero de colegio se ensañe contigo, no significa que sea bullying. Para que se hable de bullying debe tratarse de un acoso incesante y reiterado, que se repite en el tiempo y nunca merma, sino que va en aumento. Y siempre ha sido grave, porque aunque antes se decía que eran cosas de chicos los daños que provoca en la autoestima de un niño tiene consecuencias en su época adulta, para toda la vida. Pero ahora sí hay un factor clave, que son las redes sociales. Y si antes perjudicaba porque hacía sentir a la víctima diferente, inferior, sin valor, la volvía más introvertida y más insegura, y eso tiene unas repercusiones negativas de cara al futuro, ahora se añade que no es solo tu entorno el que te considera menos, sino que el niño agredido se siente ridiculizado a nivel global, porque lo que percibe es que todo el mundo sabe que es ridículo, o eso es lo que él piensa.
La fiscalía de menores está aplicando un método para obligar a pedir perdón al acosador con una explicación de su conducta, y ha comprobado que casi no hay reincidencia
Por eso también hablamos de ciberbullying o ciberacoso, del sexting…, es decir, de cosas como que hagan un fotomontaje, o que una chica decida mandar una foto a un noviete, y este noviete después decida que como ya no le hace caso se va a burlar de ella utilizando esa imagen. Y eso tiene un efecto multiplicador que sí que ha provocado suicidios como el de varios casos que mencionamos en el libro. Y esa es la principal razón de que ahora sea más grave que antes.
Antonio. Coincido que sí, porque tiene un efecto multiplicador. Antes el tiempo de acoso podía durar lo que la jornada lectiva, pero ahora puede extenderse 24 horas, por lo tanto, se multiplica por cuatro; y no solo eso, sino que mientras antes se limitaba a los alumnos que había en el aula –40 o 45–, ahora, si por ejemplo creamos un fotomontaje y lo hacemos viral en Internet, su alcance es muchísimo mayor.
Los padres deben controlar el uso de las redes sociales para detectar si su hijo está siendo acosado, o está acosando a otros.
El acosador también lo tiene mucho más fácil. Antes si cogías manía a un compañero de clase no le volvías a ver hasta el día siguiente, o hasta el lunes si era viernes. De hecho, cuando se ven los mensajes de WhatsApp de Lucía, la niña que se suicidó con 13 años, las conversaciones más fuertes siempre se producen a la una, las dos, o las tres de la madrugada. Tengo un caso en el despacho de otro niño que se intentó suicidar con 12 o 13 años, pero afortunadamente los padres lo detectaron rápido, le llevaron al hospital y le hicieron un lavado de estómago, y también las conversaciones se producían a las dos, las tres, las cuatro de la mañana…
En un mundo interconectado pretender que los menores no tengan acceso a Internet y las redes sociales parece imposible, y tampoco es conveniente porque se perderían sus ventajas. ¿Cómo pueden controlar los padres su uso de las redes sociales?
María. Es cierto que cuesta mucho, pero educar consiste en no darle siempre la razón a tu hijo, ni darle todo lo que quiere, sino decirle “esto no, porque no te conviene”. Y un niño lo que tiene que hacer es jugar, disfrutar, estudiar…, y no necesita acceder constantemente a Internet, ni intercambiar wasaps… En una medida mesurada, estoy de acuerdo, pero el abuso entra en el terreno de lo peligroso, y hay que comprobar qué páginas web visitan los menores.
Para que se hable de bullying debe tratarse de un acoso incesante y reiterado, que se repite en el tiempo y nunca merma, sino que va en aumento
En el libro hemos incluido un vocabulario para que los padres puedan consultar términos que a veces utilizan sus hijos al recibir o enviar mensajes, y que ellos no entienden muy bien pero que deben hacer disparar las alarmas porque pueden indicar que el chico esté siendo víctima o acosador.
Las aplicaciones de control parental son muy buenas, porque te permiten saber dónde está entrando tu hijo y puedes llegar a ver lo que está haciendo, los mensajes de WhatsApp, las aplicaciones que utiliza…, y llevar un control de todo ello. Y llegado el caso, si se tiene que recurrir a la policía, la policía es capaz de rastrear los movimientos de un móvil, averiguar qué móviles han estado en un perímetro, qué mensajes se han escrito…, aunque para que los profesionales lleguen a investigar eso tiene que haber una base sólida.
Antonio. En España se está confundiendo muchísimo el deber de corregir y controlar de los padres. ‘Corregir’ es una palabra que viene del latín, ‘regir’, que es situarte en la vida del otro y actuar por él para que corrija sus acciones. Cuando un padre trata de regir la vida de su hijo, se entiende que lo hace siempre con el mejor deseo, y precisamente para que lleve una trayectoria, evolucione, y cambie su actitud. Y un niño, al margen de que no esté haciendo nada malo y ni esté acosando, ni metiéndose en ciertas páginas, no puede estar entre semana con el móvil en la cama a las dos de la mañana. Antes no había móviles, pero tus padres también te decían que apagaras la tele o te acostaras a las 10. Un niño no puede estar con el ordenador, la tablet, la consola…, a la una y las dos de la mañana, porque no va a ser capaz de rendir al día siguiente.
El uso de las redes sociales para el acoso hace que el niño agredido se sienta ridiculizado a nivel global y agrava las consecuencias del bullying
Precisamente el juez Calatayud está diciendo que en las clases el móvil fuera. Y también lo dice el inspector del grupo de menores. Y por la noche nosotros recomendamos una serie de controles parentales; incluso hoy día es muy fácil observar las conversaciones que está manteniendo tu hijo y hacer las revisiones periódicas que correspondan. Siempre ha habido un deber de control, y eso forma parte de la patria potestad.
En el caso del ciberbullying o acoso a través de Internet, parece más fácil recabar pruebas para demostrar el acoso. ¿Qué aconsejáis en estos casos?
María. Los padres de la víctima tienen que seguir el mismo protocolo que cuando hablamos del acoso escolar en general, porque a partir de cierta edad en la que ya disponen de tablets y teléfonos móviles, el bullying y el ciberbullying van parejos, y no existe el uno sin el otro. En el libro explicamos el protocolo que deben seguir y que consiste en intentar hablar con la familia del acosador, hablar con los profesores para ver qué soluciones se plantean, tratar al agredido empoderándole, haciéndole sentir bien, buscándole alternativas…
A veces se dice que no se debe cambiar al niño acosado de colegio porque puede parecer que te rindes o como si la víctima fuera culpable de algo, pero una gran mayoría opina que cambiar al niño de colegio es bueno y nosotros, después de haber hablado con tantos especialistas, también nos manifestamos a favor de ello si llega el caso en el que no se está pudiendo frenar de ninguna manera el acoso, porque llevarle a un sitio donde se siente ridículo, inferior, con angustia, es una tortura. Darle la oportunidad de vivir una nueva vida, de empezar de nuevo, de hacer un nuevo círculo de amigos…, es la salvación para él, es lo que está anhelando. Por eso, no hay que pensar “si mi hijo cambia de colegio es una derrota”, porque no es una derrota, sino una nueva oportunidad, y hay que buscar el bienestar del niño, y no pensar en quién gana o quién pierde.
Plantar cara es clave porque cuando un niño le dice al acosador “esto no te lo voy a permitir” el otro se queda un poco sorprendido, cuanto menos
A nivel de redes sociales hay que tomar medidas como eliminar el perfil, si lo tiene, cambiarlo… También hay que hablar con los profesores del nuevo centro y explicarles lo que ha ocurrido para que estén más alerta. Pero, en cualquier caso, está empezando de cero y tiene la oportunidad de hacer nuevos amigos.
Cómo actuar si tu hijo es el acosado… o si es el acosador
¿Cómo debe actuar la víctima para defenderse? ¿Qué vías legales tiene evitar que el bullying continúe, e incluso para reclamar daños y perjuicios?
María. En el libro lo explicamos todo, incluso medidas administrativas, indemnizaciones económicas que se pueden pedir… Una cosa fundamental es que cuando detectamos que nuestro hijo está sufriendo acoso hay que darle ánimos, y enseñarle y darle la valentía para que plante cara. Plantar cara es clave porque cuando un niño le dice al acosador “esto no te lo voy a permitir” el otro se queda un poco sorprendido, cuanto menos.
Si yo tuviera un hijo y le estuvieran acosando le aconsejaría que plantara cara y que le advirtiera al agresor de que no le va a tolerar esa actitud, y que si el agresor le insulta siga plantando cara, porque uno se ensaña con el que es débil, con el que es pusilánime, con el que se deja ofender, pero cuando tú plantas cara, puede que el otro te empiece a hacer la pelota, y esto suele ocurrir en un porcentaje altísimo de los casos. Así que el primer consejo para el agredido es plantar cara, pero para eso hay que hacerle ver que él vale, que es fuerte, que otros antes han plantado cara cuando se han reído de ellos, y cuando se enfrentaron a su acosador, dejó de ocurrir; y que a lo mejor hay que decir no tres veces, pero se puede parar.
No reír nunca las gracias al acosador, y ponerse de parte del más débil, permitirá erradicar el bullying.
Antonio. Si el padre de una víctima decide leer este libro, la primera pregunta que se haría es precisamente qué puedo hacer si están acosando a mi hijo. Y lo primero que le diría yo a un padre en esas circunstancias es que inmediatamente compruebe que su hijo está siendo realmente acosado, no vaya a ser que intente victimizarse o llamar la atención por cualquier motivo, o quiera que le cambien de clase para estar con otros compañeros que le caigan mejor…
Lo segundo, ir en seguida al colegio y solicitar una cita con el director, el tutor o el profesor, e informar a todo el mundo de lo que está ocurriendo. Después, si tiene algún documento que lo demuestre, por ejemplo conversaciones de wasap en las que están insultando al niño, aportarlas al colegio y quedarse con copia de todas las pruebas que aporte, y que también le pongan un sello que demuestre que lo ha entregado. Si realmente él considera que hay una situación de acoso, el colegio tiene que tomar unas medidas, y los padres deben asegurarse de que efectivamente se han tomado esas medidas.
Los protocolos indican que los casos de acoso escolar se pongan en conocimiento de la fiscalía, pero es mejor acudir directamente a la policía nacional para no perder tiempo
Si nada de eso ha funcionado –que a veces ocurre–, y la situación continúa, siempre se puede acudir a la inspección –bien personándose, o a través de una carta certificada, con un burofax en el que se ponga en conocimiento lo que está sucediendo. La inspección va a actuar rapidísimo. Todos los protocolos indican que siempre que se produzca un caso de acoso escolar habrá que ponerlo en conocimiento de la fiscalía, pero eso nunca hay que hacerlo, porque los fiscales no cogen datos, y están obligados a remitir cualquier cosa que les den a la policía nacional o al colegio, y así se pierde tiempo. Es mejor acudir directamente a la policía nacional, y que sean ellos los que se pongan a trabajar.
María. El libro es muy didáctico y me gustaría explicar que da igual cómo se lea, no hay un orden, porque contiene preguntas y respuestas que lo convierten en un manual con las claves para erradicar el acoso. Por ejemplo, en la parte dedicada a los niños estos van a poder, medio jugando, dar pistas a sus padres sobre si deben tener motivos para preocuparse. Esto tiene que ver con los dibujos porque en ellos los niños pequeños expresan sus sentimientos, y sus miedos, si los tienen, y aunque no te diga “estoy triste” te lo va a mostrar con sus dibujos. Y explicamos cómo se pueden interpretar.
Y si tu hijo no es la víctima, sino el acosador. ¿Cómo puedes saberlo? Y, lo que es más importante, ¿cómo pueden prevenir los padres que su hijo haga bullying, o hacerle cambiar de actitud si ya ha sucedido?
María. Puede haber dos escenarios, partiendo de que el niño es bueno. Uno es el que mencionábamos y en el que la familia está desestructurada y el menor carece de la atención y el cariño necesarios. Y en el otro los padres pueden ser encantadores, son cariñosos y prestan atención a la educación, pero sin embargo su hijo, por otra serie de factores que hay que tener en cuenta y hay que analizar, percibe un déficit de atención, y aunque en casa no lo va a manifestar, sino que se mostrará más bien sumiso porque los padres son sus superiores, en el colegio, donde ve que tiene inferiores, se va a sentir fuerte, y es ahí sobre todo donde se disparan las alarmas.
Son niños con unas características muy concretas que describimos en el libro, y las principales son que tienen necesidad de dominación o de poder, sensación de superioridad, no muestran ningún tipo de empatía, resuelven los conflictos siempre de una manera agresiva, no son consensuadores, son muy impulsivos, tienen muy baja tolerancia a la frustración, son muy competitivos, si algo no sale como ellos quieren se vuelven violentos, muestran una actitud desafiante –incluso con los profesores, poniéndose chulos–. En resumen, que tienen un escaso control de la ira.
Estos son algunos de los signos que nos pueden indicar que nuestro hijo podría ser un acosador, y que deberíamos observarlo y comprobar qué aplicaciones utiliza y que webs visita y para qué, hablar con otros padres…, pero uno de estos síntomas no significa que el niño sea un acosador. Hay que ver el conjunto y analizar el caso, porque un niño puede ser por naturaleza muy competitivo y frustrarse cuando no gana, y sin embargo ser un magnífico compañero.
Antonio. Hay aspectos claves para que un padre pueda detectar que su hijo es un acosador, aparte de esos síntomas, que a veces se manifiestan, y a veces no, porque que alguien tenga afán de liderazgo no significa que acose a nadie. Pero si tú vas al colegio de vez en cuando y hablas con el tutor vas captando información, que también captarás cuando te reúnas con los padres a la entrada o a la salida del colegio, en algún cumpleaños del menor, observando sus comportamientos cuando se relaciona con los demás, y también a través de ese control parental del que hemos hablado, porque si accedes a alguna de sus conversaciones rápidamente vas a saber si está agrediendo a alguien, si tiene un buen vocabulario, si muestra una cara en casa y otra en la calle…