En esta nuestra Trimilenaria tenemos que reconocer que la hostelería cada día está mejor en todo: variedad, servicio, especialidades, precios, profesionales y sobre todo, en aquellos detalles que la hacen tan singular. Días pasados, con motivo de la visita de unos amigos de Gran Bretaña que deseaban conocer nuestro campo y probar la comida típica de la zona, organicé una ruta gastronómica y atravesando nuestro campo hasta llegar a Perín, les llevé al Restaurante El Castillo del Pinar, regentado por dos buenos amigos, José del Rey y su esposa Tusa, quienes, junto con su hija Elia, que está en sala en contacto directo con el público, son un tridente de lujo. El encanto del entorno con la singularidad del Castillo, sus interiores y los detalles con que sus propietarios han decorado la bodega sorprendieron a todos los que aún no conocían el local. Además, al ser José un gran experto en el mundo de la enología y en su condición de sumiller, y aprovechando que ese día estaban haciendo una cata para un grupo de empresarios en el Salón Noble, nos invitó a catar un exquisito Ribera de Crianza, un Ostatu, hermano pequeño de la Gloria de Ostatu, recomendado por calidad y precio y que, junto con un platito de escalivada y unos buñuelos de bacalao, que Tusa los borda, nos abrieron el apetito a todos los allí presentes antes de pasar a la mesa donde disfrutamos de un chuletón a la brasa, que estaba ‘de nota’, junto con unos mejillones en tempura y una tarta de queso con leche frita, al estilo Pepe Díaz ‘el Melba’, que hizo las delicias de todos a la hora del postre.

Tras la magnífica comida, y una vez ya inmersos en el ‘mundo del hielo’, mientras nos encontrábamos en plena tertulia, se incorporó a nuestra mesa mi amigo Antonio Casado, un gran cartagenero, inquieto empresario, gran gestor y buen letrado, amante de las tradiciones de su tierra y siempre dispuesto a colaborar en todo aquello que se le solicita, junto con otros tres amigos suyos procesionistas. Les comenté entonces a mis invitados que este año el concurso de saetas fue un éxito total gracias a la magnífica labor realizada por él mismo y por la Agrupación de Portapasos de La Piedad que preside el doctor José Jesús Guillén. Fue entonces cuando el letrado Casado me recordó aquella ocasión en la que, siendo yo vicepresidente de la Junta de Cofradías, vino a visitarme como secretario de la Peña Flamenca y Trovera Antonio Piñana con la intención de recuperar el antiguo Concurso de Saetas que se celebraba a principios del siglo pasado durante los desfiles procesionales y, posteriormente, en la Pescadería de Cartagena y en el barrio de Las Seiscientas. En ese momento, le conté lo difícil que sería ponerlo en marcha, pero el abogado y economista insistió en que en nuestra Trimilenaria se tenían que seguir cantando saetas y que era muy triste tener que marcharse a otro lugar para poder escucharlas, y más sabiendo que desde siempre habían formado parte de nuestra tradición y encima teniendo una Semana Santa declarada de Interés Internacional. Unos meses después de esta reunión, Antonio abandonaba su puesto de secretario de la Peña Flamenca al no contar con apoyos para recuperar el concurso, al igual que algunas otras iniciativas.

En el año 2012 Antonio, «el empresario de la abogacía» como yo le llamo, se empeñó en poner en marcha algunos de los proyectos que tenía en mente. Para ello pidió nuevamente la colaboración de la Junta de Cofradías, siendo vicepresidente Domingo Bastida, y contando con su apoyo y con el de algunas empresas cartageneras, en tan solo dos años logró su propósito. Posteriormente se incorporarían la Agrupación de Portapasos de la Piedad, el Ayuntamiento, el Grupo Folklórico de La Palma, el pintor Pérez Casanova, el escultor Sáenz de Elorrieta y varios patrocinadores. El Concurso Nacional de Saetas es hoy en día una realidad.

En esta última edición, Antonio Casado ha sido el director técnico del concurso así como secretario del jurado, y sé de muy buena tinta que se ha encargado de la dirección de la Cátedra de Flamenco de Cartagena. Su primera iniciativa al frente de la misma ha sido poner en marcha un Concurso Literario sobre Flamenco, para continuar con la organización de una misa flamenca por el Año de la Caridad y otros proyectos que pronto verán la luz, como la mesa redonda sobre acercamiento a los cantes de Cartagena, actuaciones benéficas de artistas de la Región de Murcia a beneficio de una entidad comprometida socialmente por la Trimilenaria y, como colofón, asegura que en el mes de octubre publicará las bases para celebrar la VII edición del Concurso Nacional de Cantes por Cartageneras, recuperando así algo que él considera fundamental potenciar.

Antonio Piñana fue consciente del inmenso caudal musical que le transmitió Antonio Grau Dauset, el hijo del Rojo el Alpargatero, y por ello en 1964 le propuso a Isidoro Valverde, concejal de Festejos de nuestro Ayuntamiento, que se creara un concurso de cante para premiar la cartagenera como estilo hegemónico de la ciudad, al igual que el resto de cantes que él había recuperado a través de las enseñanzas del hijo del Rojo. La primera edición del Concurso Nacional de Cante por Cartageneras tuvo lugar en la Plaza de Toros el 27 de mayo de 1964, coincidiendo con la Fiesta de Corpus; el cartel lo realizó el pintor de la ciudad hermana de La Unión Asensio Sáez, resultando ganador del primer premio Enrique Orozco. En la edición del año 65, celebrada en el mismo lugar, el ganador fue Canalejas de Puerto Real; durante el descanso de la gala de ese año actuó Pepe Marchena, Manolo el Malagueño y Jacinto Almadén. A pesar de ello el concurso, parece que fruto de la fatalidad, no tuvo continuidad, si bien volvió a renacer en 1993 contando con la organización técnica de la Peña Antonio Piñana, celebrándose solo cuatro ediciones y volviendo a caer, en el año 1966 nuevamente en el olvido.

Confiemos en que a partir de ahora podamos disfrutar de este concurso nacional de forma ininterrumpida, aprovechando que ya contamos con auditorio y con todos los medios necesarios y, sobre todo, con personas cargadas de ilusión y empuje y enamoradas del proyecto. Y termino con una respuesta de Fernández Pujals, el único empresario español que ha colocado dos empresas en el Ibex, en alguna de las múltiples entrevistas que le han hecho: «No podía dejar de crecer porque sabía que pronto vendría la competencia. Hay que crecer mucho para que otros no te aplasten y porque lo que no crece muere».

http://www.laverdad.es/murcia/cartagena/201504/19/recuperar-tradiciones-…