Como ya expuse en una hoja de lunes anterior, todo interno que se encuentre en situación de preventivo en un centro penitenciario es inocente, de ahí la importancia que tiene (que debería tener) para el estado, para la abogacía, para la medicina, para la psicológía y para todos los ciudadanos el preocuparnos por la salud física y mental de los mismos. La prisión provisional quiebra el curso de la vida, puesto que se trata de un ambiente desconocido y hostil, que genera una gran incertidumbre, que estigmatiza y puede traer graves consecuencias a nivel físico, social y psicológico para el interno.

Por lo general, implica un sufrimiento psicológico que se expresa en multitud de sentimientos negativos como: odio, rencor, violencia, agresividad, inquietud, indefensión, angustia, agobio, incertidumbre, irritabilidad, desesperación, deseos de venganza, sentimientos de pérdida, impotencia, agobio, tristeza, amargura, resentimiento, rabia, ansiedad, desconfianza, introversión, estado deprimido, soledad, miedo y desamparo, entre otros. También se habla de fobias, manías, depresiones, tics nerviosos, insomnio, tentaciones de suicidio, taquicardias, pérdida de concentración, de memoria, de control, etc.

El aislamiento produce monotonía estimular que puede provocar serios trastornos, algunos de ellos de tipo alucinatorio. Además se han identificado otro tipos de alteraciones psicológicas como: cambios en la expresión de emociones (desde la impulsividad habitual a la indiferencia emocional), alteraciones perceptivas, alteraciones del pensamiento, hipersugestionabilidad, etc.

Hay un descenso general del rendimiento cognitivo, descenso agudo de la atención, cálculo y memoria, mayor sufrimiento psicológico global, mayor cantidad e intensidad de la sintomatología, percepción distorsionada de sus capacidades para reintegrarse en el futuro, etc. Se constatan también importantes repercusiones como deterioro de la salud física, pérdida de agudeza visual, de olfato, de oído, etc.,

Evidentemente, existen diferencias entre los presos cuando es primer ingreso o cuando son reincidentes (mayor impacto en los primeros), al igual que los datos son más desfavorables para los internos del grupo de largas estancias que para el de estancias más cortas.

El interno, además de experimentar un proceso abrumador y humillante (especialmente cuando es consciente de su inocencia), se siente despojado de si mismo, con profundo sentimiento de soledad (afectiva) y un deterioro progresivo de los vínculos sociales y familiares. El preventivo debe soportar también las consecuencias que sufre su familia (vergüenza social, necesidades económicas por la ausencia, etc.) y el peligro de que el contacto disminuya con el paso del tiempo, puesto que los lazos afectivos pueden enfriarse o perderse (especialmente cuando las estancias son de larga duración).

No obstante si tuviéramos que definir la característica psicológica más destructiva que puede aparecer en internos, preferentemente en primeros grados o con estancias prolongadas en prisión, es la indefensión aprendida y, unida a ella, déficits motivacionales, cognitivos y emocionales.

Expuestas las consecuencias, considero que hay que ser más cautos de lo que son nuestros jueces instructores a la hora de adoptar esta medida cautelar que tanto mal y tanto daño genera sobre nuestros internos.

Fdo. Antonio Casado Mena.

Doctorando en derecho. Abogado y economista.