El viernes me encontraba escribiendo este artículo cuando saltó la noticia de que Rocío, una madre de Molina de Segura, yacía desesperada entre sollozos y quejidos de angustia, hasta el punto de que su desesperanza la llevó a colgar en redes sociales un vídeo de ella pidiendo auxilio, en el que decía literalmente «No quiere ir al instituto, mi hijo me ha dicho que ya no puede más, que ha pensado en quitarse la vida», «He intentado que me ayuden desde salud mental y el centro educativo, pero no me dan ninguna solución».
Comprendí a la madre a la perfección. No era el primer progenitor que veía llorando por lo mismo, ya que el bullying es más común en España de lo que se creemos. Sólo en nuestro país lo sufre el 1,6% de los niños y jóvenes estudiantes de manera constante, y el 5,8% de forma esporádica, estando la Región de Murcia a la cabeza de los niños que más lo padecen. Además y por desgracia, la joven Lucía que se suicidó en Aljucer, de la que yo soy el abogado de su familia, no fue la única niña que se quitó la vida a causa del acoso escolar que sufrió por parte de sus compañeros. Según la Organización Mundial de la Salud y Naciones Unidas, en todo el mundo cada año se quitan la vida alrededor de 600.000 adolescentes y jóvenes de entre 14 y 28 años de edad, y al menos la mitad de estos casos está relacionado con el bullying.
Precisamente por todo ello me pare muy interesante que el Colegio Miralmonte sito en Santa Ana (Cartagena), haya incluido de manera pionera en la Región de Murcia el programa finlandés KiVa para erradicar el bullying, programa de solvencia probada, que recibió el Premio Europeo de Prevención del Crimen en 2009, en el que a diferencia de los protocolos habituales que tenemos en las diferentes Comunidades Autónomas, se potencia, a través de este método, la figura del testigo-cómplice, o sea se trata de influir en dichos espectadores para que no participen indirectamente en el acoso, ya sea riéndose y/o consistiendo por la vía de hecho. El objetivo es considerar como alguien malo al acosador y procurar que en ningún caso lo apoyen, para que éste no se convierta en un graciosillo o un líder de tres al cuarto y los testigos (los otros) se pongan siempre del lado de las víctimas.
Debemos tener claro que el bullying se puede erradicar y que hay muchos puntos desde los que se puede y se debe atajar con éxito. De las claves para detectar, evitar y solucionar el acoso escolar, hablamos ampliamente, la periodista María Zabay y yo, en el libro Todos Contra el Bullying que hemos escrito de manera conjunta y que saldrá a la venta el próximo 13 de marzo, en el que fruto de una profunda labor de estudio e investigación exhaustiva en la que han participado psicólogos, psiquiatras, orientadores, trabajadores sociales, Jueces de Menores, Fiscalía de Menores, Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, profesores, maestros, víctimas, padres de afectados y otros expertos.
Sin duda los centros docentes junto a toda la comunidad educativa tienen mucho que hacer en este sentido. Asimismo es necesario reconocer que los profesores pese al escasos medios a los que cuentan y pese a la dificultad de tratar con chiquillos de esas edades, ponen mucho de su parte, por eso mismo debemos alabar la labor de estos maestros que como bien indicó Arturo Pérez-Reverte son los nuevos héroes de nuestra sociedad.
Antonio Casado Mena
Abogado y economista.