Una conducta que puede conllevar todo tipo de consecuencias en la víctima, más o menos graves. “Estas personas sienten que no valen nada, algo que le labrará muchas menos opciones profesionales (no se habrán atrevido a probar cosas que sus compañeros si prueban, así que en edad adulta habrán hecho muchas menos cosas), y una inseguridad que arrastrarán”, comparte Zabay.

Todo lo que depende de los adultos relacionados con el niño, en este sentido, debe ir dirigido, esencialmente, a reforzar su autoestima. La del acosado, y la del acosador.

“Hay una serie de niños que son intrínsecamente malos, que son sociópatas, pero es un número ínfimo”, explica, al respecto de la persona acosadora, la autora del libro. “Gran parte de los niños, sea por tener una madre alcohólica, un padre que pega a la madre, o sencillamente, unos padres que trabajan mucho y no están todo lo que es necesario con él, arrastran un trauma y buscan el protagonismo que creen no tener en su entorno, en su grupo de iguales. Y se imponen ante el más débil“. De ahí su receta. “Hay que reforzar su autoestima, ensalzar sus virtudes, demostrarle que se le quiere, que se está orgulloso de él: cuando un niño se siente querido, respaldado y valorado no necesita sentirse mejor acosando a otro”.

El abogado penalista especializado en bullying con quien ésta ha escrito el libro, Antonio Casado, suscribe todas y cada una de sus palabras, y añade que si cualquier medida conciliadora y educativa falla (insiste en que deben haberse probado otras opciones antes) se puede contar con la intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, que tienen divisiones centradas en este tipo de conflictos sociales.

Aclarado eso, su demanda, la que da por terminada la conversación: “lo que no puede ser es que en temas de prevención, acoso escolar o sucedáneos no se esté legislando nada“. Y remata: “No se pueden tener 17 maneras de hacer las cosas, con 17 protocolos de acoso escolar, uno por cada comunidad autónoma y cada colegio, su plan propio de convivencia”.

Sí le concede, por contra, algo a la fiscalía: lograr evitar la reiteración delictiva. “Lo más importante de un delito es que no se reproduzca, claro que lo ideal sería que no se ejecutara, todo llegará, pero de momento, lo importante es que no se repita”

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