Resulta un tanto sorpresivo que los juzgados y tribunales españoles estén desbordados de asuntos y en cambio no tengan un horario ininterrumpido o que abran al público por las tardes o que el actual mes de agosto no sea considerado inhábil, con la finalidad de desatascar la Justicia. Ya en el año 2003, el entonces ministro de Justicia popular, José María Michavila, lanzó un plan que consistía en abrir los juzgados por la tarde, si bien cayó en papel mojado y once años más tarde todo sigue igual o peor, cuando el retraso medio que registran los Juzgados de la Región de Murcia es de 442 días y el 54,27% de las sentencias en España no se ejecutan en plazo.

Seguramente los argumentos esgrimidos sean que ni el ministerio de Justicia, ni el organismo regional competente disponen de presupuesto ni medios suficientes para doblar el turno de los funcionarios y Autoridades Públicas o que los jueces y magistrados necesitan de las horas que contiene la tarde para redactar y emitir sus resoluciones. No obstante aunque el presupuesto sea escaso y los jueces de la mañana no puedan estar lógicamente por la tarde, porque la carga de trabajo que soportan es considerablemente elevada, se podrían buscar soluciones alternativas, tales como la que por ejemplo planteó, en el año 2009, el presidente de la Audiencia Provincial de Castellón, Carlos Domínguez, consistente en desdoblar los juzgados con un juez adscrito para ayudar a los titulares de los mismos.

Parece razonable que se aumente el número de jueces y que sobrevenidamente se agilicen la tramitación de los procedimientos más urgentes, como por ejemplo se hizo a finales del mes de mayo en los Juzgados de lo Social de Cartagena, si bien lo que no me parece acertado es que en la propia calle Ángel Bruna tengamos dos Juzgados de lo Social, el número 1 y el 2, y el primero solamente celebre vistas los lunes y los martes y el segundo tan sólo los miércoles y los jueves; como vemos no es cuestión de más juzgados o de más jueces, sino de optimizar los recursos ya existentes.

Entiendo que los jueces saben, al igual que el resto de los ciudadanos, que la Justicia que es lenta no es justicia, por eso mismo debemos, una vez más, hacer un esfuerzo y plantearnos mejorarla, por ejemplo desvirtuando la separación entre el proceso que culmina en una sentencia y su ejecución, y del mismo modo mejorando los horarios de apertura y cierre, tal y como he sugerido anteriormente, y que en rigor supondría una garantía adicional al detenido, puesto que apaciguaría la angustia de verse en los calabozos de Comisaria o de la Guardia Civil, esperando hasta la mañana siguiente o más para ser trasladado al Juzgado de Guardia y puesto a disposición judicial.